Revista trimestral científica especializada
Mensaje del patrimonio popular desde Bahréin al mundo

El rabel

Número 38
El rabel

Hosni Abdelhafed- escritor e investigador de Egipto

          Muchas fuentes creen que el instrumento rabel, fue llevado de la península arábiga, y se extendió en muchas regiones del mundo, donde representaba el instrumento del canturreo y aflicción para distintas tribus y pueblos. El historiador occidental Henry George Farmer dice: el instrumento cruzo el mar rojo por medio de una subsección  de tribu de Salim e Yemen, durante el siglo II de la hégira del profeta Mohamed, para llegar al alto Egipto, ampliándose el circulo de su extensión, llegando a su auge en la época de la dinastía ayyubí, siendo el primer instrumento musical popular, que acompaña a los narradores de las biografías y epopeyas populares. Fue llevado a los países del sur de Europa con un poco de rectificación en su forma. Se conoció en Francia con el nombre de rabela, en España con rabel y en Italia rebec. Por medio de los portugueses fue llevado a Brasil, donde se conoció con el nombre de rubeca. En su estudio sobre antropología y el rabel de los árabes de la península, el investigador Rachid benYeesin dice: este instrumento abrió  amplios horizontes ante los inventores de los instrumentos de cuerda. Se perfecciono el violín derivado del instrumento de rabel, después de ser llevado a Europa, y de el, perfeccionaron los occidentales otros  cuatro instrumentos de cuerda: violín, viola, violonchelo y contrabajo, los fabrican  con criterios geométricos, para que sean el nuevo sistema musical, para tocar las sinfonías y los conciertos.

          Uno de los importantes secretos de la persistencia de este antiguo instrumento, que despide un olor a civilización humana, es que es un instrumento de canturreo y aflicción, y es como dijo el filósofo alemán Heini “tiene el carácter de las personas”. Era y sigue siendo el compañero del hijo del desierto, lo lleva con él, cuando atraviesa los extensos desiertos, caminando a pie o sobre su montura, entre sus camellos y sus ovejas. En su tiempo de reposo, a la sombra de un árbol, sobre una duna, o sobre una piedra a la sombra de una alta montaña, empezando a familiarizase con el, para que se ponga en armonía la voz de su garganta con las cuerdas del rabel, y surja entre ellos un ritmo especial.

          A pesar de que el rabel, es hijo del desierto, se extendió en las zonas rurales e invadió muchas ciudades por medio de narradores de las biografías de los héroes populares y grupos de las artes folclóricas, que encuentran su auditorio y sus aspirantes en las fiestas sufí y en las noches de Ramadán, donde se narran los cuentos y las epopeyas populares, que gustan a muchos, como la historia de Antar ben Chaddad, la leyenda del zir Salim y los heroísmos de Abu Zaid Elhilali. En muchas fiestas y bodas populares, se nota la presencia del rabel. Por ser instrumento de canturreo y aflicción, la cantante argelina Warda que en paz descanse, en una de sus famosas canciones nacionales, le dedica una estrofa, cuando dijo: “y yo por el rabel canto”. Es digno que el rabel permanezca embajador del canturreo y aflicción árabe, a través de la participación permanente en las fiestas populares y en los festivales turísticos patrimoniales que se organiza alrededor del mundo.

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