Museos personales del patrimonio en el golfo y en la península arábiga
Número 35
Que Dios bendiga a una elite de hijos del golfo y de la península arábiga, los cuales Dios sembró en sus corazones un interés especial por recoger todo lo relacionado con los datos de la cultura material: herramientas, materiales, trabajos manuales, oficios y producciones, que un día tuvieron un importante papel en la vida de la gente en esta región. Ésta región que sufrió un rápido cambio que alcanzó todo lo relacionado con la vida de la gente, antes de descubrir el petróleo, y varios años después. Todos se liberaron de todo lo relacionado con aquella época, entusiasmados y deslumbrados con la nueva vida y adaptándose a sus cambios.
Esta elite, con un entusiasmo personal especial, se comprometió a recoger y conservar, en la medida de lo posible, todo lo omitido y abandonado, y que ya no representa ningún valor o importancia en la nueva vida de la gente. Lo recogió y lo cuidó con mimo y cariño, hasta que se amontonó y necesitó lugares especiales para conservar y exponer en estanterías adecuadas, que fueron escogidas y ordenadas con un interés mezclado con orgullo. A lo largo de la región del golfo y de la península arábiga, se extendieron museos personales, conocidos por los nombres de los que recogen esta rareza, que se compone, por lo general, de todo lo relacionado con aspectos de la vida popular, en la colaboración de la gente en tierra y mar. La gente de las costas, se ocuparon del producto del medio marino, y los del interior se ocuparon del producto rural. Se recogió material de la pesca perlera, de la pesquería, instrumentos para el tejido beduino, equipamientos para montar caballos y camellos y certería. Además de la indumentaria masculina y femenina, material de agricultura, curtiduría, puertas, material de iluminación, balanzas, medidas de capacidad, ropa, material para el café, tipos de tambores, adufes, material para la medicina popular y todo lo que había y se utilizó en aquel tiempo.
Estos museos se extendieron por las ciudades, aldeas y por los barrios de cada localidad, y cada uno de estos museos se relacionó con el nombre de quien lo recogió personalmente, porque es él quien sacrificó su tiempo y su dinero, para recoger todas estas piezas, y asignó un aposento de su vivienda particular para conservarlas y cuidarlas. Muchos de estos museos personales, se hicieron famosos, gracias al singular contenido de sus piezas patrimoniales, motivo por el cual fueron visitados por investigadores e interesados en el estudio de los aspectos materiales de la actividad humana como: costumbres y tradiciones, que se relacionan con la comida, bebida, indumentaria y trabajo.
Los ricos recogedores, asignaron edificios especiales para sus museos, y les pusieron nombres que quisieron.
Lo que se reprocha a la mayoría de estos museos, a pesar de su importancia, como fuente de múltiples museos etnográficos, es que su materia fue recogida al azar, según el gusto y el carácter personal del recogedor, sin ningún método científico determinado que orienta la recogida. En la mayoría de las veces, la exposición de estas piezas en estos museos se lleva a cabo según el tipo y la utilización, sin ninguna descripción determinante y exacta de cada pieza por separado y relacionarla con alguna tradición, costumbre, arte o profesión durante una época determinada. También hay algunas piezas que no tienen ningún valor, ni significan nada. Esto se debe a que la mayoría de los que recogen este material, son aficionados voluntarios, lo único que les une en la recogida de este material es la pasión. Además de la diferencia de sus niveles de cultura, pero hay algunos que son conscientes de que lo que recogieron tiene relación con alguna de las ramas de las ciencias humanas, que empezó a tener en nuestro tiempo la importancia que merece entre los pueblos.
Nuestro cordial saludo, y nuestra sincera estimación, para los dueños de estos valiosos museos, y alabamos sus esfuerzos por conservarnos mucho de lo que perdimos. Desde esta tribuna científica, especializada y modesta, dirigimos la atención de los responsables en cada país a la importancia de valorar y homenajear a los dueños de los importantes museos, y cuidar de estos después de la muerte de sus dueños.
Tenemos una gran esperanza en los hijos y nietos que van a heredar esta riqueza, de que sean conscientes del valor de lo que van a heredar, para conservarlo, y que no acabe en un mercadillo.
Ali Abdelah Jalifa
Redactor jefe