Revista trimestral científica especializada
Mensaje del patrimonio popular desde Bahréin al mundo

El patrimonio popular y la explotación ilegal

Número 38
El patrimonio popular y la explotación ilegal

          A lo largo de tres días, desde 3-5 de mayo pasado, seguí con interés en Riad capital de Arabia Saudita, las experiencias de las instituciones de la comunidad internacional no gubernativas, que fueron presentadas en la conferencia de la “UNESCO” de las instituciones no gubernativas “ONG”, adheridas a esta grandiosa organización internacional, al que asistieron 350 organizaciones. A través de esas experiencias en la mayoría de los países del mundo, era claro velar por el patrimonio popular material e inmaterial y cuidarlo de la explotación ilegal, y advertir de los intentos que hay por aquí y por allá de convertir a esta valiosa materia cultural en una mercancía y en un medio de provecho económico ilegal, con modos y estilos inteligentes, en su apariencia, muestran interés por el patrimonio, pero en el fondo son estratagemas inventadas para ocultar los verdaderos objetivos, que no son otros que sacar provecho económico ilegal. Ejemplos de estas acciones, proyectos culturales con grandes etiquetas, que se promueven a grandes escalas, por negligencia e ignorancia, por complicidad interesada con grandes instituciones y compañías, o por lisonja a personalidades poderosas para evitar su daño.

          Las cosas en su apariencia, se ven como una promoción para la cultura popular, utilizando algunos símbolos de la cultura nacional del país objetivo, falsificando sucesos e inventando historias y trayectorias de lugares con influencia psíquica y emocional, que toca el sentimiento del vulgo. Lo peligroso de esta explotación ilegal, es la inteligencia diabólica que hace de algunas de estas acciones proyectos nacionales que reciben aprobación y animación. En algunos casos, se convierten en proyectos nacionales bajo la custodia de gobiernos y grandes compañías, con el pretexto de inspirar el patrimonio de la nación y aproximarlo a la mente y a la memoria de las nuevas generaciones. Sin duda hay una gran diferencia, entre inspirar el patrimonio como hacen los creadores en sus distintos ámbitos de creación, y entre la falsificación del patrimonio para obtener provecho económico ilegal, falsifican los hechos, inventan los sucesos y cambian la naturaleza de la materia patrimonial, para que esté adecuada a sus objetivos comerciales, conociendo las dimensiones del daño que cae sobre esta materia.

          El patrimonio popular material e inmaterial, no es una obra congelada, por su naturaleza, es una materia sucesiva, transportada por el fiel sentimiento colectivo de generación a generación, podando, añadiendo e inventando a pesar del cambio de los tipos de vida, y la diferencia y rapidez del tiempo, pero ninguno de los portadores de este patrimonio y sus originales creadores se dan cuenta de los cambios naturales que sufre esta materia, la vive, hace cambios en ella y la propaga.

          Hace más de un cuarto de siglo, quizás en el año 1979, la organización mundial de la propiedad intelectual (OMPI), advirtió de que hay quien hace mal a esta parte del patrimonio humano, y se puso de acuerdo con la “UNESCO” para organizar una reunión de expertos gubernamentales para poner un borrador de un tratado internacional para proteger el patrimonio popular de la explotación ilegal. Tuve la ocasión de participar en esta reunión que se celebró en la capital francesa Paris, y que después de cinco días de debates canónicos y técnicos, acabó con el acuerdo de poner una ley para un tratado internacional para proteger el patrimonio popular de la explotación ilegal. Los artículos del tratado inculpan cualquier acto que pueda pertenecer a la explotación ilegal, dejando la libertad a cada país de determinar el castigo según sus constituciones nacionales. Durante 18 meses firmaron el tratado la mayoría de los países del mundo, de los cuales algunos países árabes, pero esta explotación persistió aquí y allá bajo nuestras miradas, con inteligencia y maldad sin pudor ni repelente.

          El patrimonio popular de cualquier nación, es una propiedad colectiva nacional. Cada miembro de la nación tiene el derecho de tratarlo de una forma pedagógica y social. Se legislaron estilos del modo de tratarlo, y lo primero que concedió estas legislaciones conservadoras del valor de esta materia, es la inspiración con su concepto artístico y ético. A pesar de la precisión  y la transparencia de este término, sin embargo la mezcla entre la creación que inspira el patrimonio en una acción creativa novedosa que añade y enriquece, y entre plagio y falsificación, es evidente, lo descubre la naturaleza del mismo trabajo inspirado.

          El ejemplo creativo novedoso más próximo, inspirado en la materia del patrimonio popular musical de Bahréin, como ejemplo, y que se realizó con el apoyo de una gran compañía de Bahréin, es lo que realizó el artista Mubarak Naym, cuando hizo de nuevo la distribución musical de algunas canciones populares, utilizando instrumentos de la orquestra sinfónica de Bulgaria, realizando un trabajo creativo que devolvió el brillo a canciones que nos gustan, y las aproximó a una nueva generación, que se había alejado de ellas.

          Las obras de una creación sublime, que trata la materia del patrimonio con respeto y estimación, pasa por delante de nosotros con calma, sin producir ningún ruido, ni relumbrón informativo, mientras que las falsas llenan el mundo alrededor nuestro de ruido y relumbrón vergonzoso. No hay poderío ni fuerza sino en Dios.

Ali Abdelah Jalifa

Redactor jefe 

      

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